5 señales de bienestar en tu ganado que no debes ignorar

El bienestar animal no es solo una cuestión ética, también es sinónimo de productividad, sostenibilidad y calidad. Un ganado sano y feliz es más eficiente, vive más tiempo y produce mejor. Pero ¿cómo saber si tus animales están realmente bien? Aquí te contamos cinco señales clave de bienestar que no debes pasar por alto.
1. Apariencia física saludable
El primer indicador es la apariencia general. Un animal sano tiene pelaje brillante, ojos limpios, piel sin lesiones y una postura relajada. La pérdida de peso, el pelo opaco o la cojera pueden ser señales de problemas. Es importante observar con atención y a diario, porque muchas veces los primeros síntomas pasan desapercibidos si no se realiza una revisión visual sistemática.
2. Comportamiento social activo
Los animales felices interactúan entre ellos: se mueven en grupo, socializan, se acicalan o pastan juntos. El aislamiento, la agresividad o la apatía son signos de alerta. Un bovino que se aparta constantemente del grupo podría estar enfermo o sufriendo dolor. El comportamiento social es un termómetro emocional que no debemos subestimar.
3. Alimentación y rumia constantes
Un animal en buen estado come con regularidad y rumia sin dificultad. El apetito es uno de los signos vitales del bienestar. Si un animal deja de comer o reduce su tiempo de rumia, puede estar indicando malestar digestivo, estrés o alguna enfermedad. También es importante observar si todos tienen acceso al alimento sin ser desplazados por los dominantes.
4. Movilidad y descanso adecuados
Caminar sin cojera y poder echarse y levantarse sin dificultad son signos de confort físico. La cojera es una de las principales causas de sufrimiento crónico en la ganadería y muchas veces se normaliza. Los animales deben disponer de espacio seco, cómodo y limpio para descansar. Un descanso insuficiente puede traducirse en menor producción y salud deteriorada.
5. Vocalizaciones normales y sin signos de estrés
Los animales se comunican. Mugidos, balidos o relinchos excesivos pueden ser una señal de angustia, hambre, miedo o incomodidad. Un entorno que provoca estrés —como ruidos fuertes, encierros prolongados o manejos bruscos— se refleja rápidamente en el comportamiento vocal del ganado. Un ambiente tranquilo y con rutinas bien establecidas promueve el bienestar.